¿Las diablesas visten de Zara?

Un artículo de Gabriela Bustelo que leí en alguno de los Telva que decoran mi casa, y que me encantó, y por eso, y porque no quiero que se pierda en alguna de mis carpetas de recortes de fashion adicta, comparto con vosotros. Mis comentarios, a continuación.

Balenciaga decía que si una mujer no es chic, jamás podrá aprender a serlo. Casi cuarenta años después, dos mujeres inglesas, Trinny Woodall y Susannah Constantine, se han propuesta echar por tierra esa idea. Famosas en Gran Bretaña por su programa de moda “No te lo pongas” –espacio estrella de la BBC – tienen un decálogo de elegancia basado en la sinceridad. En su opinión, una mujer puede pasarse toda la vida llevando la ropa equivocada – a veces, gastándose verdaderas fortunas (que se lo digan si no a la Señorita Obregón) -, sin tener la más mínima sospecha de ello.

Sabiendo lo que hay que saber, el buen gusto es sota-caballo-rey. El estilo, en contra de lo que dicen, no es algo con lo que se nace, sino algo que puede aprender cualquiera. Lo primero que tiene que hacer una mujer, según estas dos expertas en estilismo, es desnudarse y mirarse en el espejo. Todo cuerpo tiene sus virtudes y sus defectos. Eso sí, a veces es más fácil jugar con los cuerpos ajenos que con el propio. Lo normal es que en nuestro círculo de amistades haya alguna sabionda – o sabiondo, que también los hay – que lleve años diciéndonos cosas como “No te sacas ningún partido, con las piernas que tienes”, o “¿Dónde vas con ese escote? ¡Por Dios, que no eres Elsa Pataky!”. Pero es relativamente sencillo distinguir lo que nos sobra de lo que nos falta, saber cuáles son nuestros pros y nuestros contras.

El éxito de Trinny Woodall y Susannah Constantine consiste en que son mujeres normales y corrientes, que se ponen a sí mismas de ejemplo, sin miramientos, pero con mucho ojo. Sus dos físicos, diametralmente opuestos – una es escuálida y sin formas, talla 36; la otra es entrada en carnes, talla 42 – demuestran en vivo y en directo, con ropa básica de H&M, Zara o Top Shop que lo que a la una le sienta como un guante le queda a la otra como un tiro (a mí lo que me sorprende es que aún haya gente que no lo pille). Las Kate Moss tienen su encanto, sí, pero el cuello barco y el corte imperio son sus peores enemigos. Y las Kate Winslet de la vida no tienen por qué avergonzarse de sus curvas, pero harán bien en huir del cuello halter y el vestido abullonado. ¿Elemental? Un paseo por las calles de cualquier ciudad nos demuestra que son secretos mucho mejor guardados de lo que parecen. Pero las conocedoras de estos asuntos no sólo van mejor vestidas, sino que se ahorran un dineral, como se pudo comprobar hace unos días en el acogedor restaurante de Isabel Tabares en la madrileña calle de Alfonso X. Eran las cinco y pico de una tarde estivalcuando la sobremesa, a puerta cerrada, se vio inesperadamente animada por la aparición de Carmen Lomana, con su impecable melena rubia y enfundada en un vestido globo de seda estampada con grandes flores rojas.

Hechos losa saludos y requiebros de rigor, pasamos a alabarle el vestido: que si un homenaje a las telas de Hanae Mori, que su un cuadro andante de Georgia O’keefe, que sin un cruce entre el patronaje occidental y el minimalismo oriental. Hasta que alguien hizo la pregunta del millón: ¿De quién es? Ni que decir tiene que todos esperábamos oírla recitar el rimbombante nombre de la maison couture de turno. Y cual no sería la sorpresa generalizada cuando Carmen dijo lisa y llanamente: “Es de Zara”. Pues sí, de Zara, esa cadena de moda española que sale en Business Week, en la CNN, en The Guardian y en las publicaciones de la Universidad de Harvard. No en vano, Daniel Piette, diseñador de Louis Vuitton, ha descrito ZARA como “la cadena minorista más innovadora y apabullante del mundo”.

¿Coges el mensaje? Está claro: cría fama y vístete de Zara. Porque, ¿las diablesas visten de Prada o de ZARA?

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He de confesar que aunque no estoy 100% de acuerdo con el artículo, comparto su opinión en líneas generales. Gracias al Sr. Amancio, cuyo imperio yo misma he tenido el privilegio de visitar hace un par de años (y que fue una experiencia increíble, por cierto), ya no es necesario gastarse miles de euros en vestir bien. Lamentablemente, y aquí es donde discrepo con la autora, no creo que el estilo se pueda aprender. Es como un don con el que regalan los dioses a ciertas mujeres y hombres de este mundo, y que los hacen brillar con luz propia, sea cual fuere el trapo que lleven en cada momento. Fijaos por ejemplo en Nati Abascal, esa musa de diseñadores y artistas de renombre… da lo mismo que vaya en vaqueros, o enfundada en un maravilloso vestido de alta costura, o que se encuentre borracha como una cuba. Su estilo es patente, y puede palparse incluso a través de las fotos que le hacen sus amigos de ¡Hola!. Pero es innato, nadie se lo ha enseñado, y por eso es musa y no fashion-victim.

Con la elegancia, o ese chic al que hacía referencia Balenciaga, pasa lo mismo. Se tiene o no se tiene (y se envidia). Se pude aprender a vestir bien, a sacarse partido, a ir elegante. Se pueden aprender los trucos e It-elements que hacen que una gane en estilo y se encuentre fantabulosa… pero nada más.

Digan lo que digan.

Y le pese a quien le pese.

Comentarios

Raúl Sainz ha dicho que…
Querida Agnes...

Mucha razón parte del artículo que como bien dices, has querido rescatar.
Comentarte, que sí, es importante mirarse al espejo para conocerse bien (lo dice un asesor de imagen).
Luego viene el encontrar un estilo de vestir que nos defina, que vaya con nosotros.
Y por último, saber que nos conviene y qué no.
Pero cuidado: está bien ojear revistas de moda (ojeo todo lo que cae en mi mano) pero mucho está tratado fotográficamente, por lo que ¿qué es real y qué no?.
Yo prefiero sacar ideas, y adaptarlas a las clientas...porque cada persona es única.

Bravo por tu blog...sobre todo la buena elección y gusto por las fotos que pones.

Un saludo,

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